Mi experiencia escolar
Mariana
Gutiérrez Pavez
A lo
largo de mi educación escolar, tuve muchos/as profesores/as que marcaron mi
aprendizaje. Los 12 años de escolaridad, desde primero básico a cuarto medio,
los realicé en el mismo colegio, pero los últimos cuatro años fueron los que
recuerdo con mayor claridad.
En la
enseñanza básica, éramos tres octavos, pero realizaban un filtro según notas y
comportamiento, para seleccionar a 50 alumnos y dejarlos en enseñanza media;
por lo que primero medio, lo recuerdo con mucho nerviosismo, al enfrentarme a
compañeros/as nuevos/as y algunos/as antiguos/as, mezclados en dos cursos.
Con
el transcurso del tiempo, llegando a tercero medio, una profesora de lenguaje
se interesó mucho en mi aprendizaje en la materia, ya que encontraba que tenía
“potencial”. Fuera del horario de clases, me ayudaba con ensayos psu y me pidió
que escribiera un discurso para despedir a la generación de cuartos medios del
año 2012.
Esta
ayuda más personalizada, facilitó enormemente mi aprendizaje y me dejó con un
gran apego hacia la asignatura. Por otro lado, mi profesor de Química no se
interesaba por ningún alumno en particular, él solo se centraba en enseñar la
materia, pero nunca se detuvo un largo rato en explicar los conceptos que no se
entendían, por lo que era más fácil copiar en una prueba, que aprender lo él
enseñaba. Una vez, nos dijo que, si no entendíamos lo que estaba explicando,
nos fuéramos a tirar al metro.
Transversal
al tema educativo, en el colegio siempre se dieron espacios, para que
pudiéramos conversar sobre lo que ocurría a nivel nacional, por ejemplo, en
segundo medio, fui presidenta de curso y teníamos reuniones dos a tres veces
por semana, con dirección, para poder tratar el tema de las movilizaciones
estudiantiles y nuestra adherencia a estas; en un comienzo el diálogo fue
fructífero y pudimos como presidentes/as de curso, bajar las conversaciones a
la sala de clases, en espacios como concejo de curso y orientación, esto sería
lo que más me gustaba de pertenecer a la institución, pero luego de una toma en
el colegio, en el que algunos compañeros/as fueron golpeados por carabineros y
algunos apoderados que se encontraban cuidando el recinto, para no ser “tomado”
por ningún estudiante, perteneciente al colegio o de fuera, las reuniones con
dirección comenzaron a ser menos frecuentes y con mayores impedimentos. Por lo
que la idea del colegio fue mantener a sus estudiantes en una especia de
“burbuja”, ya que a ninguno/a les afectaba mayormente el tema de las movilizaciones,
porque no había tantos alumnos de “bajos recursos” (según la directora del
colegio), de esta manera, lo que en un comienzo era lo que más me gustaba del
colegio, se transformó en aquello que más comenzó a desagradarme y a dificultar
mi desarrollo en temas de actualizad nacional.
Sin
embargo, existían otros momentos en los que, como estudiantes, podíamos prestar
ayuda a nuestros pares, de otros colegios e incluso de otras regiones, que
habían sido afectados por desastres naturales, por lo que, desde primero medio
hasta cuarto, teníamos una salida a terreno, llamada “jornada de formación” y
viajábamos a colegios con menores recursos y preparábamos talleres de teatro,
cocina, cine, entre otros, para poder tener un día recreativo con niñas y niños
de menor edad. En nuestra gira de estudio de tercero medio, fuimos a Chiloé y
nos quedamos durante unos días en un internado de niñas y niños, que no podían
devolverse a sus casas durante de la semana, después del colegio; de esta
forma, pudimos compartir experiencias enriquecedoras y también ayudar con
alimento, vestimenta y artículos escolares, para aquellos/as que les costaba
más obtenerlo.
En
síntesis, mi experiencia en el colegio, fue muy enriquecedora en varios
aspectos, tanto a nivel académico, como social, ya que constantemente estábamos
preocupados de las necesidades del otro y realizábamos actividades para poder
prestar nuestra ayuda a quienes más la necesitaban.
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