Mi experiencia escolar
Camila Aguiló Jaramillo
Es importante revivir episodios de la propia experiencia educativa para reflexionar desde lo vivido lineamientos pedagógicos, aunque, además de las múltiples reflexiones y aprendizajes que puede sacar a luz un/a docente en formación con ésta actividad, es importante siempre recordar los aciertos y fracasos de nuestros/as colegas en el pasado desde una mirada en primera persona como estudiante, más que como docente o investigador/a.
Una de las formas de estructurar ideas sobre la experiencia educativa es respondiendo a simples preguntas como ¿Qué es lo que más me gustaba del colegio? y ¿Qué es lo que ayudaba a facilitar mi aprendizaje? pero además cuestionarse cosas como ¿Qué es lo que más me disgustaba de mi experiencia educativa? y ¿Qué factores complejizaron mi proceso de aprendizaje?
Contextualizando, estudié 12 años en el mismo colegio, el cual se definía como un colegio católico, de la Congregación de Santa Cruz -una gran congregación de curas que se expande por Europa y Latinoamérica- y tenía la particularidad de ser Particular-Subvencionado. En sala, éramos usualmente entre 33 y 45 estudiantes, dos cursos por nivel desde Kinder a Cuarto Medio, dos patios, un gimnasio, un casino, sala de arte, música y biología y una iglesia. Pese a todas las comodidades se encontraba en Santiago Centro, por lo que, en él confluían familias de diferentes comunas y estratos socioeconómicos.
